Tras 25 años trabajando en una misma empresa, Jose Luis Arribas (Ingeniería Industrial, Prom. 1985) decidió crear su propia corredora de seguros. Los frutos no se hicieron esperar.
Por Maria Gracia Zapata. 15 mayo, 2018.¿Por qué eligió estudiar Ingeniería Industrial?
Siempre quise ser ingeniero. Desde mis primeros años de secundaria, no dudaba en responder que sería ingeniero cuando me lo preguntaban. Me gustaban mucho los números y las ciencias. Siempre vi la ingeniería industrial como una carrera muy atractiva porque, como nos decía Miguel Samper, el ingeniero industrial no es especialista en nada pero conoce de todo un poquito. Creo que esto, profesionalmente, te da mucho campo para trabajar.
¿Recuerda alguna anécdota de sus primeros días como universitario?
Recuerdo una, en nuestra primera clase de Álgebra, allá por el año 1979. Era verano, hacía un calor enorme y éramos casi 60 personas en un salón. Entonces llega el ingeniero Miguel Samper, profesor del curso, y nos dice “Wow, aquí estamos muy apretados… Pero no se preocupen, el próximo ciclo serán la tercera parte, vamos a estar muy cómodos”. Nos dejó fríos al principio pero luego rió. Tuvo razón: el siguiente ciclo fuimos menos; fue un buen profesor, muy exigente.
¿Participó en actividades extracurriculares?
Sí, con el ingeniero Ramon Múgica. Él jugaba tenis y era el que patrocinaba las olimpiadas que ahora llevan su nombre. Éramos bien cercanos, junto a él organizábamos las pruebas de atletismo. Participaba en la organización y obviamente en las competencias junto al equipo de Ingeniería con el que, dicho sea de paso, casi siempre ganábamos (risas).
Además de los mencionados, ¿hay algún otro profesor que marcó su carrera universitaria?
Un profesor muy bueno fue Rafael Estartús. Recuerdo que era muy amable y amistoso, hacía sus clases con mucha pasión. Le encantaba enseñar y aprendimos mucho de él. Con Pablo Ferreiro también aprendimos mucho sobre temas de recursos humanos, como la motivación intrínseca, extrínseca y trascendental, por las cuales las personas nos movemos.
¿Cuál fue su primer trabajo?
Cuando salí tuve un trabajo muy bonito: fui jefe de logística en una empresa agroindustrial que estaba en la selva del Perú, en Uchiza, en el departamento de San Martín. Recuerdo que era una zona con mucha delincuencia porque era foco del narcotráfico en esa época. Llegamos a hacer una plantación de palma aceitera allí. Fue realmente una satisfacción poner una gotita de legalidad en un área tan alejada de la justicia y del Estado.
¿Qué otros trabajos ha tenido después?
Luego de trabajar dos años en la selva, hice un MBA en España. Dos años después, regresé al Perú y entré al sector asegurador. Ya llevo casi 30 años en el mercado: los primeros 25 en Pacífico Seguros, desempeñándome en casi todas las unidades de negocio: finanzas, operaciones, comercial y planeamiento estratégico. Terminada esta etapa, inicié mi aventura como independiente. Al principio fue bien complicado… Quien diga que es fácil entrar en la correría de seguros no está contando la historia completa. Ahora tengo cinco años en el negocio, con mi bróker ya consolidado en Lima.
¿Cuándo se dio cuenta de que era momento de abrir su propia empresa?
Llega un momento en que te das cuenta de que tienes todo el conocimiento sobre los productos, experiencia en el mercado y lo más importante: una red de profesionales con los cuales has entablado una buena amistad a lo largo de los últimos 25 años. Con todo esto, tienes un gran activo para volcarlo a tus clientes. Eso fue lo que me animó a dar el primer paso y tirarme a la piscina para crear Arribas Corredores de Seguros.
¿Qué valor lo diferencia de los demás brokers?
Siempre lo digo con mucho orgullo: la pasión por el trabajo bien hecho. ¿Y dónde lo aprendí? Aquí en la UDEP, con esos profesores que nos exigían estar a las tres de la tarde en el campus, con prácticas todos los días y nos empujaban a tratar de sacar mejor nota. Esa pasión por el trabajo bien hecho es lo que me ha ayudado siempre en el ámbito profesional. Esto, sumado al espíritu de servicio es la diferenciación de mi empresa, su sello distintivo.
Ahora está extendiendo sus servicios a Piura…
Me di cuenta de que era momento de crecer y salir a provincias. Naturalmente, pensé en Piura, que es una tierra a la que le tengo mucho cariño. Ya llevamos seis meses aquí y hemos visto que hay muchísimo por hacer. Tras lo sucedido el año pasado con el Niño Costero, las cosas a veces no fluyen con la velocidad que quisiéramos, pero el campo es amplio, especialmente en el sector agrícola.
Además de la preparación académica, ¿qué otras habilidades le han servido en el campo laboral?
Una habilidad importante es saber generar relaciones de confianza con la gente. Y no me refiero exactamente al networking porque a veces suena muy frío, como de conveniencia, sino a las relaciones de confianza. Esas que estableces con tus compañeros de estudios, por ejemplo. Dentro de quince años, ese compañero no dudará en ayudarte porque se conocen de siempre. No hay que descuidar las relaciones interpersonales.
¿Ha actualizado su perfil profesional con estudios de posgrado?
Sí, después de mi maestría en España, he realizado varias especializaciones en el campo de los seguros. En Lima hay muy buenas escuelas de seguros, también he asistido un par de veces a cursos en España.
¿Cómo logra establecer un balance entre trabajo y familia?
Escogiendo bien a tu pareja. Creo que así ya tienes parte de la chamba hecha. Con mi esposa, Paulina, tenemos cuatro hijos: José Luis, que está terminando Ingeniería; Paula, que sigue la carrera de Medicina; Ignacio, que acaba de ingresar en Campus Lima; y Alonso, el más pequeño.
¿Cuáles son sus metas para los próximos 5 años?
Seguir expandiendo mi negocio y consolidar mi unidad en Piura, donde tengo un estupendo representante. Quiero que mi empresa este dentro del top de brokers del país, ese es mi objetivo de largo plazo. Es un camino sumamente difícil, demandante y ambicioso, pero quiero apuntar ahí.
¿Cuál ha sido uno de los retos más difíciles que ha tenido y ha podido superar?
Dificultades hay muchas, pero tuve un problema médico serio hace once años, cuando trabajaba en Pacífico. Fue uno de esos garrotazos que te da la vida; esos que, después de que estabilizarte, notas que te han hecho más fuerte. Mi familia y yo estuvimos muy asustados durante varios meses, pero finalmente todo se superó.
¿Cómo su desempeño profesional contribuye al desarrollo de la región y del Perú?
Uno de los objetivos que tiene mi empresa es humanizar los seguros, es decir, acercarlos a la gente de menos recursos. Buscamos ofrecer productos a esas grandes masas que no tienen el dinero suficiente pagar un seguro integral. Estamos viendo con diferentes compañías, redes de clínicas, para que la gente que trabaja en el campo, por ejemplo, tenga acceso a la salud privada.
¿Que representa para usted la Universidad de Piura?
Yo veo a la Universidad de Piura como un oasis dentro de un país revuelto. Un oasis muy activo, que proyecta mucha profesionalidad y honestidad, valores importantes y muchas veces escasos. En el campus se respira tranquilidad y, al mismo tiempo, ganas de trabajar. Tener mi negocio en Piura será motivo para visitar más seguido la UDEP.
Un consejo
A los alumnos que están iniciando su carrera universitaria les diría, primero, que estudien mucho. Segundo, les repetiría lo que dije antes: cuiden mucho sus relaciones con las personas, desde sus jefes y sus padres, que son los más importantes; hasta las personas que en algún momento sean sus subordinados. Las relaciones se deben forjar en 360 grados. Cuídenlas mucho y cultívenlas.